domingo, 11 de noviembre de 2012

Capitulo 35.

No me molestaba el hecho de hubiese estado con otra, me molestaba que hubiese sido con ella, porque ella no lo hacía con el fin de pasar un buen rato, lo hizo por maldad, porque sabía que a mi me iba a afectar, que me iba a doler... Sí, por supuesto que me dieron ganas de llorar, pero mi orgullo las reprimió, tuve que mostrar indiferencia, aunque las tazas rotas y el café caliente ardiéndome en los pies, ya me había delatado, me agaché acoger con cuidado los trozos de cristal y loza, mis pies descalzos estaban mojados, tanto de zumo como de café, me los sequé con el final de mis pantalones, y después de observar la rosa unos segundos, la aparté a medio metro de mí. Cuando estuve en pie, le sonreí.
-Pues no tuviste que pensártelo mucho.
-No es lo que tu piensas, de verdad no fue...
-No me importa - le interrumpí, mientras esquivaba su cuerpo y bajaba las escaleras.
Me causaba rabia ver la camiseta encima de todas las cosas, en la bandeja, me causaban ganas de buscarla y entregársela en mano, decirle que él era mío y que ella no era nada para él. Pero hubiera sido un tanto celosa y orgullosa, me dirigía a la cocina, sintiendo mis pies pegajosos, no sabía donde estaba, así que después de acabar en una habitación pequeña, llena de abrigos, y un baño, encontré la cocina. Era espaciosa, sueño de toda madre, quizá incluso mi madre la habría deseado algún día... Dejé la bandeja en la encimera, y apoyé mis manos en ella, empecé a pensar en sí había ido muy lejos en sacar conclusiones donde no las había, en teoría ese tiempo él y yo estábamos "separados"... Pero como decía antes, el hecho de que hubiera sido con ella, era lo que mas me molestaba. Cogí la camiseta y la doblé, la deje a un lado y puse a un lado lo trozos rotos con cuidado.
-Déjame entenderlo, él se levanta a las 8 de la mañana para ir a la floristería, y llegar a tiempo de hacerte el desayuno, ¿y tu se lo tiras?
-Ha sido un accidente - dije sonriendo.
-Bueno, igualmente al café le faltaba azúcar, no te has perdido mucho - la madre de Niall me apartó de la encimera con delicadeza.
-Lo siento, el suelo del piso de arriba esta algo manchado, lo limpio en seguida, pero no se..
-Dentro de ese armario - dijo señalándome con la mirada, una puerta, suponía que era la despensa.
Me dirigí ahí y vi una especie de aspiradora, no sabía si se refería a eso, pero por lo que había dentro de aquel cuarto, no había otra cosa que se refiriese a limpieza.
-Va a vapor, es muy fácil usarla, cielo, la entenderás por el camino.
Una última sonrisa y se marchó mientras yo intentaba averiguar como se encendería. Cogí la parte del centro de el aspirador, y se desencajó sin problemas, era un aparato de mano dentro de uno que realmente sería de brazo, no entendía muy bien el funcionamiento, pero investigué mientras subía por las escaleras, hasta que el sonido de mi móvil me llamó la atención, subí con mas rapidez pero dejo de sonar, y era su voz quien reemplazo la música. Subí despacio, para enterarme con quien estaba hablando. No tenía porque sentirme mal, él era el que estaba hablando con un móvil que no era el suyo, y yo estaba escuchando conversaciones ajenas, todo tenía su enlace.
-No lo sé, pero tiene argumento, ¿esta ella contigo? - sus silencios se hacían eternos -, pues cuando llegue llámame, pero a mí, no a Eva.
Después de oír como dejaba mi móvil en el escritorio, encendí sin querer el pequeño aspirador, por disimular me agaché y empecé a limpiar aquel estropicio, al parecer aquella máquina incluso lo dejaba mas brillante de lo normal. Cuando sentí que se agachaba para estar a mi altura, la apagué, y le miré.
-¿Qué? -dije toscamente.
-Te prometo que no paso nada, solo hablamos y se quedo a dormir, pero no paso nada.
-Ya, bueno, tu y yo hablamos mucho entonces.
-Eva, por favor, créeme, solo hablamos.
Después de un breve razonamiento entre sus palabras y sus miradas, empecé a pensar que igual era yo la que sacaba las cosas de su lugar, me había repetido mil veces que durante ese tiempo no estábamos juntos, que tanto él como yo, podíamos hacer lo que nos diese la gana, e incluso razoné en que estaba diciéndome la verdad.
-Lo siento.
-Eh... No amor..., en todo caso debo disculparme yo, debí decírtelo desde un comienzo.
Me senté en el suelo, cruzando las piernas, y él hizo lo mismo, me recogió un mechón de pelo detrás de la oreja, y fue acariciándome la cara hasta llegar al cuello, donde se encontró con el collar que él me había regalado por mi cumpleaños. Cogí su mano antes de que la apartara de mi cuerpo, la acaricie y me acerque mas a él.
-¿Me prometes que no paso nada? - le dije casi en un susurro, mirándole.
-Te lo prometo.
Se fue acercando más y me besó, un lento y suave beso. Cuando nos separamos, ambos sonreímos y nos sonrojamos, parecía que nos hubiera dado vergüenza el hecho de besarnos, aunque lo habíamos hecho ya mil veces, ese beso fue uno de los besos mas especiales que tuve con él.
-¿Con quien hablabas? -pregunte al fin, quitándome todo sentimiento de vergüenza.
-Ah, lo siento, lo cogí sin querer, era Louis, quería saber como estabas.
-Vaya, pues lo llamaré luego.
En ese momento me vino a la cabeza la promesa que me hice de contarle todo lo que me había pasado con Louis, el día de mi cumpleaños. Al fin y al cabo se lo merecía, pero no sabia como empezar ese tipo de conversación, siempre habían sido a mi a quien le decían ese tipo de cosas, nunca era yo la que se tenía que excusar de cosas inapropiadas en una relación. No encontraba palabras para empezar, y creía que ese no era el momento, algo en lo que me equivoqué.
-¿Y eso que es? - me dijo sonriendo.
-Pues una especie de aparato que me gustaría tener en mi casa.
-¿En que casa? ¿En nuestra futura casa?

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