viernes, 24 de agosto de 2012

Capitulo 10.

No dormí nada aquella noche, Harry y yo nos pasamos la noche hablando de nosotros, empezábamos a conocernos, y para que mentir, me gustó mucho conocerle. Hablábamos bastante bajo porque mi hermano dormía en la otra cama. Solo nos mirábamos, ni si quiera nos dimos un mísero beso. Aunque mi cuerpo pidiera a gritos estar mucho mas cerca de él, estuve quieta y tranquila simplemente con su mirada en mí.
Finalmente fue él quién se durmió, justo a las 7 de la mañana. Me levanté y me vestí con lo de aquella noche, no me calcé porque no quise hacer mucho ruido, salí de la habitación  y fui al salón, Niall todavía seguía en el sofá, y vi el biberón entre sus brazos, lo que me recordó que mi hermana no había llorado en toda esa noche. De cuclillas volví al pasillo que daba a las habitaciones y abrí la primera puerta, en la que aquella mañana hubo una subida de temperatura con Harry. Cuando estuvo totalmente abierta, vi a Liam abrazado a una almohada y mi hermana a su lado, sentada, muy despierta, me hizo reír que cuando me vio, se agarró a la mano de Liam, quien no se enteró de nada. La cogí en brazos despacio si hacer mucho ruido y la llevé al salón, la dejé en el suelo, llevaba el pijama pero el parqué no parecía muy sucio.
Empezó a jugar ella sola, no se oían más que sus insonoras risas y mis pasos hacia la cocina, les preparé el desayuno, tenían mucha comida en esa nevera, y la utilicé prácticamente toda, me sentí como un agobio para ellos, y fue mi manera de recompensarles el haberme quedado aquella noche y que hayan cuidado de mis hermanos. Un desayuno británico, como lo llamaba mi padre. Cuando terminé, lo llevé todo a la mesa, vi que mi hermana estaba luchando contra el brazo de Niall para conseguir su biberón y de reojo vi la hora, las siete y media, si no me daba prisa no podría llevar a mi hermano al colegio. Fui a vestir a Bill que todavía dormía, con sigilo, no quería despertar a Harry, quien esta aún mas guapo durmiendo, le acomodé el pelo y le di un dulce beso en la frente.
A duras penas vestí a mi hermano, que no paró de darme patadas y de quejarse de que quería seguir durmiendo, pero por lo menos conseguí que estuviera vestido, Cogí las cosas de mi hermana y fui a vestirle también, dejando a Bill totalmente vestido pero todavía durmiendo.
Ya con todo listo, cogí a Bill en brazos y lo llevé hasta el comedor, dónde intenté peinarlo y ponerle el abrigo, lo mismo hice con mi hermana, me puse la mochila, que hube llevado con las cosas de mis hermanos al hombro, y abrí la puerta.
-¿A donde vas ladronzuela?
Dí un pequeño grito al asustarme su voz.
-A mi casa - susurré
Él se sirvió en un vaso, zumo de naranja que había hecho. Y me recordó que mis hermanos no habían desayunado, vi el reloj y eran las ocho de la mañana, él entraba a las nueve, aproveche la ventaja para darle un poco de huevos revueltos y un vaso de leche, a mi hermana le calenté un poco de leche en el biberón que logró quitar a Niall, cuando terminaron, revisé que tenía todo y mire a Louis que no me había quitado el ojo de encima.
-Ya nos veremos.- dije abriendo la puerta.
-Por supuesto que nos veremos.
Adiviné como pude la tecla de la planta baja, y presioné. El ascensor bajó bastante rápido, o esa fue mi impresión.

Durante las semanas siguientes me pasaron cosas que jamás hube imaginado, fue un cambio radical, totalmente. Cada día venía Louis con alguno de los chicos, con escusas tontas, no me molestaba, al contrario empezó a gustarme la compañía de aquellos chicos, aunque nunca fue con Harry. Le pregunté un par de días que dónde estaba él, porque no quería llamar la atención de Louis acerca de ese tema, seguramente me habría acechado a preguntas si hubiera insistido. Los fines de semana, se turnaron entre Danille con Liam o Eleanor, me hacían bastante compañía, y dejé de sentir tan vacía mi casa, ya se podía escuchar el ruido que le hacía falta. Mi casa parecía completa.
Pero una tarde, al regresar a casa después de recoger a mi hermano del colegio, lo vi otra vez, intenté dar media vuelta y salir de aquella calle, pero ya era tarde, me vió y su sonrisa extremadamente tentadora empezó a hablarme.
-¿No saludas, amorcito? - Mike se estaba acercando
-No soy tu amorcito.
-¡Hola Mike! - mi hermano saltó a sus brazos.
Las muchas veces que él había estado en mi casa, siempre se pasaba el día jugando con Bill, hasta que por fin se quedaba dormido y cambiaba de bando, al mío.
-Pero que mayor estás, ¿cuantos años tienes? ¿10? ¿20?
Empezaron a reír y no me quedó más remedio que dejarlo entrar. La verdad me recordó buenos momentos con él, los pocos buenos momentos que tuve con él. Jugó con Bill toda la tarde, cenó con nosotros, y espero a que se durmieran ambos, incluso le leyó el cuento a mi hermano, el cuento que hace dos semanas leyó Harry. Yo estaba recogiendo la mesa mientras hizo eso, simplemente oía como su voz relataba sucesos a suceso aquel cuento que le encantaba a mi hermano. Cuando oí total silencio, empecé a temblar, el miedo se apoderó de mí, de lo que él podía hacerme en cuanto dejó de hablarle a mi hermano.
-¿Tenemos tiempo para hablar ahora? - su voz ya no estaba en el otro lado de la pared, sino en la misma habitación que yo.
-Claro.
Miré hacia otro lado, intentando que se tomará mi respuesta como una ironía.
-¿Que ha pasado entre nosotros?
-Perfecto, mira, no quiero hablar de un "nosotros" ¿de acuerdo?-salí de la cocina- Nunca existió uno.
La tele estaba encendida, así que para tener alguna escusa de no escucharle, me iba a sentar en el sofá y verla, aunque eso no era muy típico en mí. Cuando estuve a la altura del sofá, él estaba detrás de mí.
-Sí, sí que hubo un nosotros,-me cogió de la mano, no como hacía dos semanas, si no con cariño. Como lo hacía cuando salíamos- Eva, se que cometí muchos errores, y quiero...
-Vete - susurré
-Eva por favor...
-¡Lárgate!
Veía en sus ojos culpabilidad, y de alguna manera tuve ganas de volver a estar como antes, pero no quería volver a sufrir de la misma forma. Lo odiaba, lo tenía que odiar. Al poco rato de tener nuestras miradas con bastante carga mental, se fue. No pude evitar llorar en cuanto oí el leve sonido de la puerta al cerrarse. Mi yo enamorada de él, habría salido corriendo y haberle plantado un beso en medio de la calle. Pero mi yo herido, se quedó ahí, sentada en el suelo, tocando una y otra vez la mano que él me había tocado.

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